Uno de los motivos más comunes por los cuales se generan conflictos es porque no sabemos escuchar al otro. Es triste reconocerlo pero cuando la crítica está en la punta de la lengua, los vínculos de confianza se van deteriorando. Ya sea nuestra pareja o algún compañero de trabajo quien viene a contarnos algún acontecimiento penoso o complicado que vivió en el día, si respondemos mal, estamos cometiendo uno de los peores errores para la construcción de las buenas relaciones.
La naturaleza humana nos invita a darle sentido a la vida a través de muchas formas de realización personal, siendo, hoy en día, el trabajo la principal y más extendida, lo que nos pone en un contexto de constante intercambio con otras personas. Si éste es positivo, el trabajo se vuelve más satisfactorio. Por el contrario, si las relaciones son poco amables o conflictivas, trabajar se puede convertir en una tortura.
Gran parte de la comunicación en las relaciones laborales se producen porque las personas necesitan encontrar apoyo emocional. Pero, ¿cómo evitar reaccionar negativamente cuando un compañero o un empleado nos cuentan que ha hecho algo que no nos gusta? Aquí algunos consejos que pueden ayudar:
1. Mirar con caridad. Si consideramos que la otra persona también tiene emociones y que tiene un valor más allá de su desempeño laboral, entonces debemos desear, por sobre todas las cosas, su bien. Y, este, definitivamente se basa en sentirse apreciado por los que trabajan con él. Eso no significa que no le señalaremos que no estamos de acuerdo con su punto de vista o su conducta cuando sea el caso, pero nuestro objetivo debe ser buscar que sea mejor persona y mejor profesional. Nunca debemos querer destruir al prójimo o aprovechar dicha circunstancia para disminuirlo. Para eso, ser asertivos es la mejor herramienta del diálogo.
2. ¿Quién está libre de pecado? Debemos aplicar la máxima de la misericordia: ama a tu prójimo como a ti mismo. ¿Te gustaría que cuando te ha pasado algo terrible las personas con las que trabajas te griten, te insulten o te critiquen? ¿O preferirías que acojan tus problemas con serenidad y, claro, te den consejos para no caer en el mismo error? Es importante que nos demos cuenta de que ninguno de nosotros está libre de equivocarse y de que somos vulnerables a sufrir cualquier tipo de caída. Cuando escuchemos, seamos humildes y reconozcamos que frente a nosotros hay otro ser humano que también puede cometer errores, como nosotros mismos lo hacemos con frecuencia.
3. Recibir las correcciones por las buenas es el mejor aliciente para el cambio. No hay que hacer un gran estudio científico para descubrir que una persona responde mejor al cambio cuando es por las buenas. Por las malas podemos conseguir obediencia forzada, pero no necesariamente una conducta que manifieste una reflexión interna que invite a cambiar. Además, hagamos un pequeño autoanálisis: ¿no es más fácil para nosotros recibir positivamente una corrección cuando esta viene de alguien que sabemos quiere nuestro verdadero bien? Entonces, ¿por qué podemos pensar que el resto sí funciona a los gritos y a los malos tratos?
4. Hacer no es lo mismo que ser. Muchas veces cometemos el error de etiquetar a una persona por alguna conducta. Por ejemplo, si descubrimos que un familiar mintió, no es raro decirle: “Eres un mentiroso”. Sin embargo, si bien la repetición de conductas similares pueden definir a una persona, no es recomendable lapidarla con un “eres así” porque, de esa manera, estamos diciendo: “ya sé que no eres capaz de cambiar”. Es importante evitar ese tipo de juicios, más aún si se trata de un subordinado, a la cual debemos demostrarle liderazgo. La crítica negativa cierra canales en lugar de abrirlos. Lo adecuado sería decirle: "has faltado a la verdad, lo que está mal, y lo has hecho en varias ocasiones", eso es algo objetivo, pero sin el juicio subjetivo. Hacerlo así permite mantener relaciones de respeto, pues se manejan los errores como algo concreto pero fuera de las personas, y continuar con la comunicación, posibilitando el obtener información. De repente, está pasando un momento difícil o tiene creencias que debe corregir. Burlarnos o juzgar al otro lo hará sentir en ridículo o en vergüenza, y eso podría generar un daño severo en la relación.
5. Equivocarse, a veces, es suficiente castigo. Muchas personas se acercan a conversar porque, de antemano, ya reconocieron su error y lo último que desean es que los sigan criticando cuando ya se sienten lo suficientemente mal y ya aprendieron de su error. Por eso es importante escuchar primero, con caridad y con serenidad, sin ser negativos y muy comprensivos.
Giuliana Caccia,Especialista en temas de familia y afectividad
Publicado en http://www.piensaprofuturo.com
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