viernes, 12 de diciembre de 2014

SI QUIERES RESULTADOS DIFERENTES... ¡INTENTA ALGO DIFERENTE!

Albert Einstein decía que "Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes", y tenía razón. Sin embargo es algo que se ve muchísimo, especialmente en la generación de los Millenials (1980-2000), una generación de gente joven habituada a la tecnología pero apegada a la comodidad en todas sus formas, y con una resistencia notoria al compromiso que desespera a personas algo mayores, en la casa como en el centro de labores.
Si bien en lo laboral son los nuevos tiburones dispuestos a comerse el mundo con el conocimiento en su bolsillo y un acceso a posibilidades que no imaginaron sus padres (al menos no a su edad), suelen rechazar lo que suponga sacrificio o esfuerzo (salvo que sea académico, al que sí están muy habituados).

Los Millenials también son considerados la generación "bumerang" o "generación Peter Pan", dada su tendencia a no enfrentar los retos del crecimiento y la adultez, por lo que en su mayoría tardan más que sus antecesores en casarse, tener hijos y generalmente viven con sus padres, aunque tengan los medios para no hacerlo. Conocen más el mundo y comprenden bien temas basado en la globalización, pero ese conocimiento también les dificulta el contacto humano primario y presencial, en el que los clichés y la tecnología no funcionan y las corporaciones trasnacionales no sirven de nada.
Según algunos estudiosos, se trata de jóvenes que se enfrentan a un mundo con muchas comodidades, económicamente más estable, pero extremadamente competitivo en el aspecto laboral, lo que los aterra, dadas sus limitaciones sociales (que no creen tener). Se afirma que no sería un tema de madurez sino de la dificultad para adecuarse a las demandas socioculturales de un entorno laboral tan exigente como el actual, por lo que prefieren dejar un trabajo antes que emprender el duro y difícil camino de adaptarse a uno muy exigente, por lo que tienen un alto nivel de rotación en sus empleos (mientras encuentran el "ideal").  Buscan empleos bien remunerados, con excelente clima laboral, donde sean muy valorados, con opción de crecimiento y desarrollo profesional, buen horario, etc. No se proyectan a futuro más de 5 ó 10 años en una misma empresa.
Llegaron a un mundo viendo a sus padres trabajar duro para lograr comodidades que ellos han gozado desde su infancia y juventud, disfrutando un entorno tecnológico lleno de artefactos "básicos", como celulares, internet, TV por cable, microondas. Siendo una generación muy bien preparada, dado su fácil acceso a una educación superior,  no logra adaptarse a un mundo que ha cambiado de forma violenta en tiempo muy breve.
Para muchos son sólo el estereotipo de adictos al whatsapp, hedonistas, inmaduros que publican su vida en las redes sociales, inconstantes que no pueden quedarse en un puesto de trabajo (prefieren trabajos a distancia o no formales) pero la realidad es que buscan seguridad en un mundo que gira sin cesar, por lo que conciben el trabajo de una forma diferente a las generaciones anteriores, lo que también afecta su actividad laboral.
Claro, tienen una imagen cuidada e impecable, manejan los últimos smartphones con un dedo y les encanta usar tecnología hasta para comprarse una corbata, pero en el día a día, ese conocimiento no le sirve para interactuar éxitosamente con otras personas. En resumen, no están preparados para el trabajo. Y como no pueden volver a la seguridad de la infancia, adoptan algunas de las actitudes de esa etapa de su vida, por lo que en otros entornos los conocen como "kidults" o "niños-adultos".
Estos jóvenes adultos habituados al logro y a las recompensas de ascender rápido, se están estrellando contra un muro que demanda una estrategia diferente: la capacidad de adaptarse a otros (de su generación o no), y contribuir con procesos que puedan ser o no de su agrado. Los seguidores del País de Nunca Jamás están hambrientos de éxito pero no poseen el soporte necesario para aportar en procesos de cambio o momentos de crisis. Y como los niños, si no lo logran, se frustran. Quieren los beneficios del cambio, los desean con avidez, ... pero sin estar dispuestos a pasar por el proceso. Y eso no existe.
Quienes deseen resultados diferentes al los que están obteniendo, deben hacer algo diferente a lo que han hecho hasta ahora.
Lo que requieren estos jóvenes adultos es aprender a sacar lo mejor de sí mismos, a desarrollar su potencial y adecuarlo a sus objetivos, y para ello requieren un proceso de autoconocimiento, un viaje al interior de sí mismos para detectar en qué dirección están caminando y si esa es la dirección correcta para llegar al destino que esperan. Sólo así podrán realizar los cambios necesarios para poder alcanzar su objetivo y ganar en el proceso (madurez, adecuación al mundo, tolerancia, equilibrio, empatía, etc.).
Una posibilidad es realizar un proceso psicológico con un especialista que pueda descubrir sus mecanismos internos y ayudar a desarrollar una actitud más adecuada al nivel de logro esperado. Es importante encontrar uno (psicólogo o coach) que pueda entablar la empatía necesaria para sentirse comprendido y que así la comunicación sea productiva. Un proceso promedio toma entre dos a seis meses.
Otra opción es buscar una herramienta que facilite realizar el proceso de manera autónoma, lo que es favorable al ser mucho más manejable (toma menos tiempo y no requiere un soporte presencial)  pero al final contribuye igualmente a lograr el objetivo de conocer en qué estamos fallando y cómo poder corregirlo.
Una herramienta que facilita este tipo de procesos es la evaluación PDA, una prueba psicométrica que con sólo unos pocos minutos (on line) puede proporcionar información detallada  de autodesarrollo y autogestión para que las personas logren fortalecer sus habilidades, mejorar sus actitudes de comportamiento,  potenciar su capacidad de interacción con los demás (equipo de trabajo) y  para enfrentar y superar los retos del mundo profesional y laboral. Adicionalmente, la información recabada puede ser consultada para continuar, de forma independiente, realizando ajustes en el estilo conductual, con el subsiguiente provecho personal.

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